martes, 14 de diciembre de 2010

Oración de la miliciana Alejandro

Brote psicótico te dicen o el Jesús del campo, te dicen Cristo o alucinación. Desnuda, Cristo, vienes, desnuda y anudada en mi garganta. Déjame lamerte con mi lengua de vinagre las heridas. Con mi lengua atea. Mi lengua lanza de miliciana. Con mi parte más endeble. Con mi venablo. Con mi ácido corrosivo, lengua de gato, déjame lamerte las sardinas, la cascada de peces que cae de tu costado, la sílaba salada de tu nombre, en tu nombre, vienes, desnuda, Cristo, y azul naciente. Vienes furiosa por el desorden de mi cuarto. Por este olor a sangre en las esquinas. Vienes y te miro. Déjame poner mi mano en tus senos arrugados para sentir qué late adentro. El desorden de mi cuarto te molesta, te pone pálida, Jesús. Déjame lavar tus pies con barbitúricos y acostarme contigo y volverme un pez en tu vientre, Jesús, ser el fruto bendito de tu vientre, Jesús. Padre Celestial, déjame entrar en tu cuerpo, en tu dualidad: tú María, tú Jesús, tú espinas en la frente y en el dorso, espina dorsal del mundo, dársenas en los ojos, Jesús, déjame prender tu pecho que es mi casa, mi cuarto está desordenado para ti, como un ramo cortado desde las raíces.

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